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Responsabilidad Afectiva

  • Foto del escritor: perspectivatransfeminista
    perspectivatransfeminista
  • 19 mar 2019
  • 3 Min. de lectura


Anoche volví de la Cuarta Edición de Café Feminista La Plata, cuyo debate trató sobre los noviazgos violentos y en íntima relación a esto, se presentó el colectivo de Amor Libre, con la imperiosa necesidad de escribir sobre este concepto tan ligado al Poliamor. Término bastante reciente para mi porque no fue hasta que comencé a militar el feminismo que éste apareció en mi vida.

Recuerdo en el 2009, cuando transitaba mis primeros pasos en la Facultad de Psicología, haber conocido a una chica (autopercibida como tal) que “practicaba” el amor libre. En aquel entonces lo que más me voló la cabeza fue esta idea de aceptar que el otre, nuestra pareja o compañere, podía amar y desear a otres. Prejuicio mediante, lo veía desde afuera como un libertinaje sexual que yo, en aquel entonces, no podía soportar. Mi psiquismo estaba marcado por el “amor Disney”, un amor monógamo, heteronormado, para toda la vida.

Hoy, pensando al amor como una forma de habitar y construir con otre u otres en un tiempo y lugar, creo que el concepto de responsabilidad afectiva viene a dinamitar todo. Lo primero que pensé fue: tiene que estar presente en todo vínculo, no importa cual sea su presentación. Porque si bien aparece ligado a un modo de vincularse como lo es el amor libre… Y ahí mismo caigo en mi propia trampa. ¿Qué entiendo por amor libre? ¿Una práctica sexo-amorosa entre dos o más personas? ¿O lo veo estrictamente como un modo de vincularse sexualmente con otre donde el punto de base es aceptar que todes podemos amar y desear a más de una persona a la vez, como lo hacía en el 2009?

Pienso entonces que la categoría que viene a hacer explotar al patriarcado es el amor libre. Tenemos inscripto en el psiquismo un modo de amor capitalista (y por lo tanto monógamo), heteronormado basado en una relación de poder en la que el otre nos pertenece como si fuéramos objetos de consumo. Desear a otre nos hace sentir culpa si estamos en una pareja monogámica y ni hablar de la herida narcisista que nos provoca la “infidelidad”, porque como objetos de consumo estamos destinados a satisfacer las necesidades del otre y si yo no soy suficiente, si conmigo no alcanza y aparece otre en la esfera de su deseo o quizás, por qué no, de sus elecciones amorosas, ¿qué soy yo? ¿qué queda de mi, además de un profundo dolor y una baja inmediata de la autoestima?

Pensar en la categoría de responsabilidad afectiva es una herramienta fundamental para deconstruir este modo de vinculación monogámica que nos atraviesa como sociedad hace siglos. Para mi, la responsabilidad afectiva implica que cada una de las partes se responsabilice primero, del vínculo en el que está implicado, asuma su posición amorosa en esa relación, se cuide así mismo cuando se trate o no de una relación simétrica de amor, pero que también asuma la responsabilidad de cuidar al otre. Sin comunicación no hay responsabilidad afectiva.

Pero no dejemos de lado que finalmente hablamos de amor y aunque suene a clisè, uno no elige concientemente de quien enamorarse. Y en este juego del amor, ya lo decía Freud, nadie es más vulnerable que cuando se enamora. En el enamoramiento, el Yo del que ama se empobrece y toda esa energía es destinada al Yo del amade. Por lo tanto, se produce una relación asimétrica cuando este no es correspondido del mismo modo. Y cuando hablo de “correspondencia” me refiero a que a veces une puede enamorarse de alguien o alguienes y que ese alguien o alguienes no tiene por qué sentir lo misme que nosotres. Y ahí aparece la responsabilidad, no solo de uno mismo al asumir que debe correrse de determinado lugar para no salir lastimado, sino también del otre aunque siempre haya sido clare con sus condiciones. El otre también debe correrse de ese lugar cuando sabe que la persona con la que se vincula está enamorade, aunque le haya dicho mil veces que “es una relación sexual” porque a quien puso al amor a jugar allí, no se le va a hacer tan fácil.


Por: Melina Raszkewicz. Psicologue con perspectiva de genero egresada de la UNLP, Acompañante Terapéutico.


Ilustración: Romiilustraciones





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