top of page
  • Black Instagram Icon
  • Negro Facebook Icono
  • Perspectivas transfeministas

"No Desearás"

  • Foto del escritor: perspectivatransfeminista
    perspectivatransfeminista
  • 1 mar 2019
  • 2 Min. de lectura

Desde tiempos remotos se nos ha enseñado a quienes nacimos con un cuerpo “biológicamente” femenino una serie de conductas apropiadas que domesticaron nuestros cuerpos no sólo en público sino también dentro de nuestras casas: si sos “mujer” se espera de vos que seas dulce, suave, cariñosa, pasiva. Cualquier comportamiento que se distanciara de esta exigencia heteronormativa era incluso considerada una patología.

Desde hace más de 500 años, el patriarcado sostiene y reproduce un sistema de dominación de lo masculino sobre lo femenino basado en dos instituciones fundamentales: heterosexualidad obligatoria y contrato sexual. Quienes hemos sido determinadas como “mujeres” desde nuestro nacimiento, hemos sido criadas como propiedad personal de los hombres, destinadas a dar placer y obligadas a no sentirlo, teniendo como primer y último fin en nuestras vidas, a la reproducción.

Es interesante pensar en los distintos roles que nos han sido asignados por nacer con determinado sexo biológico; roles que instauran mitos y tabúes como el de la pasividad erótica femenina. Desde que somos niñas se nos domestica el autoestima y el autoerotismo, siempre educadas para silenciar nuestro deseo porque “de sexo no se habla, el sexo es sucio”. Tenemos prohibido hablar de nuestros deseos, necesidades y pasiones.

Hace aproximadamente 70 años, las mujeres han logrado manifestarse por primera vez. Se dio en el contexto de los primeros conciertos de rock. Las mujeres lograron expresar y manifestar que tenían deseos pero rápidamente apareció el desprecio porque el deseo femenino también es un dominio de los hombres y ellos no quieren saber nada de eso.

Recuerdo tener deseo desde pequeña. Ver escenas de besos en las novelas de la tarde despertaban en mi un placer que en ese momento me era imposible describir. Ni hablar de la emblemática Titanic y aquella escena entre Rose y Jack dentro de un carruaje. La mano de ella arrastrándose en el vidrio empañado quedó grabada en lo más profundo de mi. Nunca lo hablé con nadie porque “de eso nada se dice”, mucho menos cuando sos chica.

A medida que fui creciendo, me encontré en situaciones en las que yo misma reproducía ese rol que se esperaba de mi: pasiva hasta el punto de tener miedo de tomar la iniciativa y dispuesta a dar placer a mi partenaire, algunas veces por insistencia. ¿Hasta qué punto hemos sido domesticadas en nuestro deseo que podemos incluso ser capaz de poner el cuerpo, dejarlo ahí, para satisfacer al otre? Esta pasividad que nos ha sido inculcada, nos ha llevado, o por lo menos a mi, a aceptar en diversas situaciones que si yo tengo ganas pero él no quiere, o me masturbo o me voy a dormir caliente. Pero si él tiene ganas, tengo que terminar cediendo porque… ¿POR QUÉ?

Nuevamente el feminismo me ha permitido deconstruir estos mitos y tabúes, me ha permitido y me permite reunirme, encontrarme con otres y disfrutar de mi sexualidad. Porque cada une tiene sus modos y quien no sepa cuales son, que los explore. Quizás a vos te genere placer que te seduzcan o prefieras seducir, o quizás dependa del día y puedas performar distintos modos de vivir tu sexualidad. Quizás también no sientas deseo sexual pero no permitas que nadie te diga qué es lo que debes o no debes sentir.


Por: Melina Raszkewicz. Licenciada en Psicología con Perspectiva de Género.


Illustración: Romilustraciones


Comentários


© 2023 by Lovely Little Things. Proudly created with Wix.com

bottom of page