top of page
  • Black Instagram Icon
  • Negro Facebook Icono
  • Perspectivas transfeministas

La policía del cuerpo

  • Foto del escritor: perspectivatransfeminista
    perspectivatransfeminista
  • 19 nov 2019
  • 2 Min. de lectura

Me miro al espejo. No me gusto ni un poquito: flotadores, panza, brazos gordos, celulitis… y ahora, pasados los treinta aparecen las arrugas y alguna que otra cana. Para peor tengo la piel muy blanca y todo se me nota el triple. Encima de todo soy petisa. -Yo para verme bien, debería bajar unos cinco, seis kilos- dice una compañera de trabajo. -Tengo que dejar de comer las dos tostadas a la mañana, sino no funciona- agrega otra. -Estoy haciendo una dieta sin harinas. Mañana me toca todo con hojas verdes- dice mi tía que desde que tengo uso de razón, está obsesionada con adelgazar. -Fui a la nutricionista. ¿Viste que te miden? Encima que yo tengo las piernas re blancas…- me confiesa una amiga. Y yo escucho, en silencio, qué es lo que tienen para decirme. Tengo 32 años y desde que he podido procesarlo, me di cuenta de que las mujeres sufrimos por nuestros cuerpos. Se da cada vez desde más chiquitas, y siento muchísima impotencia porque no está en mi poder hacer algo. ¿Cómo es posible que ninguna (NINGUNA) de mis conocidas esté conforme y feliz con su físico? No importa cuán cerca estés del cuerpo hegemónico; no importa si sos flaca y alta, no importa si sos socióloga o empleada doméstica; si vivís en un barrio o en el centro, si tenés 15 o 60, si sos deportista o muy sedentaria, si sos vegetariana o te encanta la carne. Los hábitos o particularidades no diferencian en este aspecto. Nuestro reflejo en el espejo nos produce angustia, sufrimiento; algo que se evidencia más en ciertas circunstancias como el calor, o algún evento social que podamos tener. ¿Cuántas veces dudaste en ponerte algo porque no querías mostrar alguna parte de tu cuerpo? ¿Cuántas veces tuviste demasiado calor evitando exponerte? ¿Cuántas más dijiste no a un evento en una pileta por no sentirte incómoda? De sobra sabemos que es la cultura patriarcal la que muestra cuerpos hegemónicos: blancos (pero bronceados), altos, extremadamente flacos, pero con curvas irreales, sin líneas que muestren el paso del tiempo. Y aunque lo sabemos y lo discutimos, lo señalamos e intentamos enseñarles a nuestres niñes que eso está mal, lo que nosotras reproducimos es lo mismo. Porque no podemos deconstruir esta parte de esta sociedad opresora, porque nos ha calado hondo y durante tanto tiempo. Y porque todos los días de nuestras vidas está ahí, en los medios, en los libros, en la medicina, en la educación formal y en la vida cotidiana. Está tan enquistado que nos resulta imposible romper con esas cadenas. Y terminamos sometiéndonos a lo que parece una voluntad de la mayoría, cuando en realidad, las mayorías son las que más sufrimos. Terminamos siendo policías de nuestros propios cuerpos, sancionándonos si disfrutamos del placer de comer lo que nos gusta. Y digo sancionándonos porque la dieta no es más que eso, y la excesiva exigencia física lo mismo. Tenemos tan arraigado el hecho de que sana es la que no tiene grasa, que nos autoflagelamos para entrar en ese estereotipo cruel. Creo que la discusión es necesaria, pero no puede quedar solo en el orden de las ideas, porque si no, lamentablemente, nos estamos mintiendo a nosotras mismas. La deconstrucción será total, o no será.


Por Eli

Ilustracion: Romilustraciones



Comments


© 2023 by Lovely Little Things. Proudly created with Wix.com

bottom of page